Rodeando el casco antiguo se encuentra su muralla milenaria, declarada Patrimonio de la Humanidad. La ciudad conserva tranquillas calles peatonales, amplias plazas y espacios ajardinados. Se puede degustar lo mejor de la gastronomía lucense: carnes rojas, lacón con grelos, quesos de tetilla y un amplio surtido de pescados y mariscos frescos. Declaradas Bien de Interés Cultural, las termas ya fueron explotadas por los romanos, quienes descubrieron en sus aguas diversas propiedades terapéuticas.
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